Monday, March 30, 2009

Análisis Literario Balada de los dos abuelos

Balada de los dos abuelos


La emigración conlleva problemas culturales que finalizan en el momento en que ambas culturas se mezclan. A lo largo de la historia han existido masivos movimientos humanos. Al emigrar a otro lugar las culturas diferentes suelen tener conflictos. En el poema “Balada de los dos abuelos”, Nicolás Guillen expone su punto de vista sobre el choque cultural entre españoles y los esclavos africanos. Haciendo uso de los recursos literarios el autor demuestra como dos culturas en conflicto se pueden conciliar.


El escrito consiste de 64 versos distribuidos en 8 estrofas. Las estrofas contienen diferente número de versos. Estos versos son de arte menor y no llevan un cómputo silábico uniforme. Cabe destacar que el poema carece de rima.


En el poema se aprecia un yo poético desde el primer verso “Sombras que sólo yo veo”. El yo poético expresa las diferencias entre sus dos abuelos. El abuelo negro se identifica con los esclavos africanos mientras que el abuelo blanco disfruta de el oro.

Con el uso de la anáfora lamenta el sufrir de su abuelo negro “-¡Me muero! ” (versos 15 y 22).
Pero es con un epífora con la que demuestra como ellos comparten la misma alegría juntos:

“gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!”
(versos 61-64).


Al final se puede llegar a la conclusión de que no importan los problemas o diferencias entre dos personas. En este caso, el yo poético ha visto como sus dos abuelos se reúnen y cantan juntos.


Balada de los dos abuelos

Balada de los dos abuelos

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.

Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco!

Africa de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos...
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios...!
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!

¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.

--¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!

Nicolás Guillén